Siempre me
gustó todo aquello que suele llevar la contraria a lo establecido. Lo dispar. La
balanza entre aceite y agua. El polo opuesto a lo rutinario. La contradicción de negro y blanco. El Pop
Art al expresionismo abstracto. Este movimiento artístico originado a mediados
del siglo XX mostró todo lo incompatible a la verdad de aquella época. Estos
artistas valientes mostraron muchos objetos cotidianos de la sociedad de
consumo: anuncios de moda, cómics y rostros de las estrellas más conocidas del
cine y la televisión, entre otros. Los artistas parodiaban el poder de la fama
y la intensa cultura de masas, frente a las creaciones desgarradas y poco
estéticas tras la II Guerra Mundial.
Os cuento
todo esto porque me hubiera fascinado en esta vida tener la fortuna de conocer
a una de mis ídolos: a Marilyn Monroe. A Andy Warhol supongo que también le
hubiera encantado retratarla en persona sin mirar una foto. Si yo hubiera
tenido la posibilidad de entrevistarla, hubiera logrado adquirir un perfecto
inglés sólo por compartir una charla con ella. Nada más motivador para superar
mi spanglish que ese encuentro, os lo prometo. Por el contrario, a Warhol se le ocurrió tomar prestadas las fotografías que Gene Korman le hizo a
Marilyn durante el rodaje de su película “Niágara” para crear 50 obras propias
y únicas. A él le salió la jugada mejor que a mí, lo reconozco. Pero ahora
tengo este rincón para hablaros de ella y hoy me apetece contaros una anécdota.
Hace tres
años, cuando llegué por primera vez a Madrid, trabajaba como dependienta en una
tienda de ropa. Había leído mucho sobre Marilyn y ya me sabía de memoria todas sus películas. A pesar de eso, cada
domingo me sentaba a verlas de nuevo con palomitas. Ella ha sido fuente de inspiración
para mí. La funda con la que vestía mi
móvil tenía su imagen y el bolsillo de mi pantalón de trabajo dejaba al
descubierto la mitad de su rostro. Recuerdo que una tarde, mientras colocaba jerséis para los madrileños y
chalecos para los sevillanos, un hombre de unos 70 años se me acercó y me dijo: "¿Te gusta mucho Marilyn, verdad?" Esa pregunta desencadenó horas de charla. Repasamos
entre los dos la filmografía entera y gran parte de su vida. No trabajé mucho
esa tarde, pero la ocasión lo mereció. El señor, cuyo nombre no recuerdo, era
coleccionista de objetos y pertenencias de mi querida Norma Jeane. Os prometo
que nunca he tenido los ojos tan grandes. No quería que llegara el momento de
verlo salir por la puerta de la tienda.
Algunos días después, él se acordó de mi nombre y de nuestra charla. Yo estaba en el
almacén y mis compañeros me avisaron: “Ana, aquí hay un señor y trae una cosa
para ti”. Corrí todo lo que mis pies me permitieron en ese momento. Era él y me
traía una revista parisina, edición limitada del 78. De Marilyn, por supuesto. Me acuerdo que
me emocioné muchísimo. Yo comenzaba por aquel entonces a acostumbrarme a las
rutinas madrileñas y fue duro, lo reconozco. Pero este señor supo alegrarme la
vida y me enseñó que unas manos generosas hacen milagros. Esos milagros que
ocurren cuando no los esperas y cuando tienes la capacidad de verlos.
Prometo que
otro día os hago un resumen de algunos milagros cotidianos que he tenido la
enorme suerte de vivir, pero hoy no es el día. No soy fanática de nadie. El
fanatismo se lo dejo a los talibanes. Yo simplemente siento adoración por ella,
por eso le dedico estas líneas a su carisma, a su sonrisa que vuela en el
firmamento y a su espíritu soñador.
¡Ah! Y
también para deciros que desde hoy, hasta el día 6 de mayo, podéis visitar la
exposición “El arte mecánico” de Andy Warhol en Caixaforum Madrid.
Me gusta el
arte, las manos generosas y amo a
Marilyn Monroe por todos los textos propios que dejó escritos y que muy pocos se
pararon a contemplar, ya que era mucho más fácil quedarse sólo en su belleza,
en el erotismo y en el papel de rubia tonta.
¿Veis? Me gusta llevar la contraria a todo lo
aburridamente establecido.
Tened criterio propio, haceros ese favor.
Besos en la frente.
Ana.
Precioso Ana, me encanta leerteeee!!!! Sigue así guapa, aunque no hace falta que te lo diga. Tú estás "condenada" a ello jajaja que mejor "condena" que la pasión...
ResponderEliminarGraciassssss
Muchas gracias por leerme amigo. Millones de besos.
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