Hace justo
un año nos conocimos y por aquel entonces, Javier Menéndez Flores ya era uno de mis
escritores admirados. En el presente también, aunque por su generosidad ya le
concedo el título de amigo. De él venero su oficio, sus buenas formas al
responder, su paciencia y su relación estrecha e indestructible con la
objetividad. Su capacidad de contrastar no tiene límites. Hace unos días
compartimos café en uno de los sitios más literarios de Madrid: el café Gijón.
En ese lugar aún se respira a Federico García Lorca, a Gerardo Diego, a Benito
Pérez Galdós, a Dalí…
Los pulmones se llenan de sabiduría y si diriges la vista a cualquier rincón, tu propia imaginación desvaría al intentar trazar algún encuentro del pasado.
Si a Javier le preguntan por el destino, no
cambia de conversación. Él cree sólo en un tipo de azar: en ese en el que uno
mismo actúa. A sus cuarenta y nueve años, por su mirada noble, juraría que no
le ha contado los pelos al demonio, pero
sí a todos y a cada uno de sus entrevistados.
Casi
veinticinco años ejerciendo “el mejor oficio del mundo”, que diría Gabriel
García Márquez, afirma que “La única manera de vencer a un folio en blanco es
poniéndose a trabajar”.
En su
pasado destacan biografías autorizadas. Dani Martín, Lolita Flores, Miguel
Bosé, Roberto Iniesta (Extremoduro) y Joaquín Sabina (nuestro punto de unión).
Todos se enfrentaron a sus preguntas. Entrevistar a Javier da respeto, yo no lo
niego. Él siempre obtuvo respuestas hasta de las preguntas más agrias. Audaz
hasta el extremo. Pero la suerte que
nunca he dejado de buscar me ha premiado y hoy la luz de mi faro se ha convertido
en cañón teatral directo a su persona.
Su presente
dulce tiene dos títulos. Por un lado, “El hombre que no fui”, junto a Melchor
Miralles. Novela sobre el caso Urquijo, posiblemente el crimen más mediático de
la historia de la crónica negra española. Actualmente, novela finalista al Premio Rodolfo Walsh de la Semana Negra de Gijón, el cual se fallará en dicho Festival el próximo 13
de julio.
Por otro lado, la reedición de “Perdonen la
tristeza” del maestro de Tirso de Molina (y del mundo). (La objetividad hoy se
la dejo intacta a Javier). Él también comulga con Joaquín hasta los domingos
por la tarde.
Casi veinte años después, una reedición revisada y actualizada (con más de doscientas páginas inéditas y tres pliegos de nuevas fotografías).
Su futuro: una
novela anhelada guardada en el cajón que le está pidiendo su sitio.
Su tesoro
oculto: una rama gruesa de poeta que aún no tenemos la fortuna de conocer.
En la mente
de este ex atleta federado ya sólo corren las ideas que dan a luz a través de
la tinta. Ideas que le han robado más de quinientas noches y que en la meta
adquieren forma de libro.
Gracias, Javier. Gracias por trabajar con brújula, por ser honesto y por hacer feliz a esta joven aprendiz.
En este enlace puedes escuchar la entrevista y así verificar cada una de mis palabras.
Próximas
firmas de Javier en la Feria del libro de Madrid:
-Sábado 26
de mayo (de 12:00 h a 14:00 h). Cúpula – Caseta 231.
-Viernes 8
de junio (de 19:00 h a 21:00 h). Junto a
Melchor Miralles – Caseta de La Esfera de los libros.
-Sábado 9
de junio (de 12:00 h a 14:00 h). Cúpula – Caseta 231.
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