Me tomo el
último café del año como si fuera el primero. Este líquido viaja en mi cuerpo
en más ocasiones de las que el médico me recomendó, pero desobedezco por
inercia. El café ha convertido en reales a muchos de esos sueños que creían ser
sólo imaginarios. Bueno, el café y mis nervios.
Hoy no voy
a beber del agua pasada, sigo con mi café como ya sabes. Los archivos vividos están
clasificados en orden cronológico por emociones y sería deshacer la estantería
de 365 baldas con tantos libros como días y noches.
En este
2018 no he tenido la casa de mis sueños, ni el jefe que ha multiplicado los
abrazos que doy en Sevilla. Me han intentado pisar sueños, opiniones y autoestima
en un lenguaje coloquial y dañino, tan atrevido como ignorante.
Lo mejor ha
sido el aprendizaje. Ahora sé que para vivir no hay que matar a los demás y presumo de mantener la dentadura intacta.
Agradezco lo que llevo dentro, encima y dejo a los lados. Me lleno la
cara con besos que llegan de frente y alimentan La luz de mi faro. Me esperan en
el camino sólo los pies por los que me dejo acompañar y las alas de niña
soñadora con las que crecí nunca se rompieron.
Leí hace
unos días: “El maestro sólo aparece cuando el alumno está preparado”. Y así ha
sido y es: el 2018 apareció y me preparó. Ahora no soy, pero sí estoy lista. Resistí
para llegar a este último café del año. El poco y bueno lo aplico a todos los
ámbitos. El mucho y malo lleva a esa hipocresía tan tóxica como el machismo que
tanto acecha.
Soy feliz
con lo puesto y más con las maletas que dejé.
Todos los
finales predicen un nuevo comienzo. Por eso al nuevo año que estrenamos en
horas le pido valentía, más seguridad en mis actos, echar de menos a la misma
estrella, encontrar mi sitio en un país de cristales rotos con olor a poder
corrompido, seguir cuestionándome, mantener las mismas debilidades y tantos pájaros
en mano como paciencia en las venas.
Un buen
amigo me decía hace unos días: “Ana, el talento aflora”. Pues que el nuevo año
venga con todas esas oportunidades para que tus talentos y los míos afloren.
Gracias a todos
los corazones que me han ayudado a sentir estas líneas.
Salud,
amor, luz y criterio propio para ti.
Esto acaba
de empezar.
Cúbrete las
espaldas.
Sé feliz.
Te beso en
la frente.
Ana
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