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domingo, 29 de abril de 2018

El fantasma de la sonrisa muerta.





No digas que me conoces. Di que lo hiciste alguna vez, pero ya no. He utilizado tantos días en mis pulmones para hacerte invisible, como oxígeno en ellos. Eres un cero que no supo mantenerse ni tan siquiera a la izquierda de mi tiempo. En ninguna parte estás. Ni cuando llueve. 
¿Sabes? Otro lugar me quiso, me deslumbraron sus rincones y hasta disfruté leyendo sus carteles. Ya no pago tu peaje. Me vacuné ante tus noches bipolares. A ellas antes les nacían estrellas… Sí. Durante demasiados días tus palabras viajaban en mis ojeras. Yo las llamaba signos de amor y hasta me ilusionaba disfrazarlas con corrector. Pero un día, mis pensamientos y sentimientos firmaron la paz en defensa propia y ya no se pelean por tus guerras improvisadas. Te oculté. Tú en ninguna de mis partes.

Ya no te pareces al santo que veneraba. Poca madera te queda…

Ahora vas dando tumbos en los huesos, reflejándote en anhelos, creyéndote la película de vivir lo que te toca. Corazón muerto de imposición propia, de comodidad inerte, de rotos terroríficos. Si ahora recuerdas el número exacto de besos que me creí y los cuentas para poder dormir, a mí el olvido ya me removió como un huracán y hasta mis ovejas, que son blancas puras, aprendieron a contarse solas. 

No digas que me conoces. Di que lo intentaste y yo me dejé sorprender. Ahora no sabes cuánto oxígeno caben en mis pulmones, ni la cantidad de casualidades que me conducen diariamente a una sonrisa, ni si elijo un negro básico cuando dudo frente al armario. Fíjate, ya no tengo miedo a equivocarme y ni lo sospechas. Ya no eres futuro soñado, ni lucha, ni noche de verano, ni caballos galopando en el estómago, ni complemento directo que concreta todos mis verbos.

No, no me conoces. Ya no. No tienes ese gusto. Eres una desilusión que, a veces, me produce risa. El charco con el que tantas veces pretendí llenarme la piscina a la que ya no me tiro. Un papel mojado.

No te cabe amor en un cuerpo físico. Ni lo sentiste, ni lo padezco.
El fantasma de la sonrisa muerta.

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