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domingo, 1 de abril de 2018

Eres inevitable.



La felicidad de lo inevitable, de lo que suma con lo vivido y casa con lo nuevo que se crea.
No te pierdes, nadie te destruye, sólo te transformas.
Ya aprendí de la primavera a dejarte espacio para crecer. Ese cohete que traspasa, cala y, cuando altera, acaricia.
Si te pienso, en cualquier parte del mundo se me empañan los ojos.
Si te huelo, los pulmones se me agrandan solos para no desperdiciarte.
Perfume de ayer y de hoy. Sin modas que juzguen.
Te quedarás en mí. Yo en ti. Con todas tus pizcas. Con todas tus versiones.
Todos tus caminos llegan a mis pies.



Los separadores solo arrinconan capítulos, el libro es denso y una página en blanco siempre nos encuentra aunque no la busquemos.
La sabiduría del tiempo ya no me deslumbra, sólo lo hace su magia, la que corre a la velocidad de la luz, la inevitable.

Espérame siempre.

Besos en la frente.

Ana


1 comentario:

  1. Me ha llamado la atención el título y me he parado a leerte, con más detenimiento de lo que puedo y con más atención de la que tengo. Y entre todas las frases largas que construyen tus párrafos cortos creo que he descubierto que hablas de lo importante y de lo inevitable (nadie ha dicho mejor lo inevitable como Maná, que cantó aquello de eres inevitable... casi como respirar), pero en realidad te refieres a lo imprescindible. Y es esto lo que a mi siempre me ha interesado mucho más que todo, porque lo inevitable no se elige, a lo importante le falta una pizca de casi todo, pero lo imprescindible... sólo está al alcance de muy pocas cosas y de muchas menos personas.
    Un beso... pero en la mejilla

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