La moda
nunca me ha quitado el sueño, no me obsesiona y me limito a elegir la ropa que
me gusta y que creo favorecedora. Desde un tiempo atrás, me tiro a la piscina de la comodidad. Esto no
quita la admiración que siento por el mundo del traje a medida. Quizás, porque
mi infancia transcurrió en el taller de una abuela costurera entre máquinas de
coser e hilos. Una abuela que intentó exaltar mi astucia con la aguja y que
abandonará este mundo sabiendo que su esfuerzo fue en vano.
La profesión
que elegí, afortunadamente me ha acercado a grandes profesionales y me ha
agrandado la admiración de la que te hablaba antes. El otro día visité las entrañas de un taller
que abrió sus puertas en Madrid en el
año 93 en pleno barrio de Salamanca.
¿Quién me iba a decir a mí que iba a pisar
el taller de Lorenzo Caprile?
La vida tiene unos giros grandiosos...

Piensa que “el
mejor proyecto es el que está por llegar”, por eso cuenta las horas para el
estreno de sus últimos quebraderos de cabeza transformados en arte: El médico,
la adaptación musical del best seller del estadounidense Noah Gordon que puedes
ver a partir del 17 de octubre en el teatro Nuevo Apolo de Madrid. Lorenzo ha
seguido paso a paso las indicaciones valiosas del autor para ejercer como nadie
su faceta como figurinista. El teatro le hace feliz, tanto como el amor a los trapos que le inculcó su madre. Elegir meticulosamente las
telas para cada actor no ha sido coser y cantar. Por eso, agradece el buen hacer de su equipo consolidado
y “lo fácil que se lo hemos puesto todos” (me adjunto).
No le gusta
la televisión, pero ahora vuelve a vencer su pudor y la vergüenza tonta en la
segunda edición de "Maestros de la costura" en TVE.
El modista
no lleva la cuenta de mujeres que ha vestido, ni considera un trabajo más
importante que otro, aunque se siga hablando hoy en día del traje rojo que
lució la Reina doña Letizia hace catorce años en la boda de los príncipes de
Dinamarca, “que eso en moda equivale a siete siglos”.
Para él, el estilo es inteligencia y sentido
común, y para mí la inteligencia es la suya: vivir en un hotel como Al Capone, no
tener smartphone por miedo a esa posible adicción común que sufrimos todos y el
fomentar su amor a la literatura y al lenguaje sin hacer uso de anglicismos.
Sólo puedo darte las gracias, querido Lorenzo. Gracias por tu carácter, tu genio, tu respeto, tus bromas, tu exigencia en el trabajo y tu generosidad. Como decía al principio, me limito a elegir la ropa que me gusta, por eso hoy estás aquí en mi faro.
Gracias por llegar cuando no te esperaba y enseñarme tu forma de ver
el mundo y las telas que guardas en tu paraíso. A mi abuela te la tengo que
presentar.
-Enlace para escuchar la entrevista:
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